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NEURODEGENERACION Y SUEÑO (Y IV)





Enfermedades neurodegenerativas, ritmos circadianos y sueño


El proceso neurodegenerativo afecta, a menudo precozmente, al núcleo supraquiasmático y a las estructuras cerebrales encargadas del mantenimiento de la estructura del sueño. Por eso, dormir mal es un síntoma, a veces muy temprano, de estas enfermedades. Inicialmente, puede manifestarse como una exageración de los cambios que ocurren normalmente con la edad. Así, se produce una mayor fragmentación del ritmo circadiano. Los individuos presentan despertares nocturnos aún más frecuentes y prolongados y mayor tendencia a sestear durante el día, de la que ya es habitual en las personas mayores.


Al progresar la enfermedad, estos trastornos se agravan, de forma que los pacientes sufren una asincronía circadiana cada vez más intensa. Los picos de cortisol matutino y de melatonina nocturnos son cada vez más bajos, y con ellos, se reduce la intensidad y actividad de la vigilia, así como la profundidad y estabilidad del sueño. Esta disregulación circadiana es también responsable de la agitación, desorientación y cuadros delirantes que tiende a aparecer al final del día, cuando se pone el sol y baja la luz.


En algunas enfermedades neurodegenerativas hay trastornos de sueño específicos. Un ejemplo es el trastorno de conducta en sueño REM que aparece con frecuencia acompañando o precediendo a la enfermedad de Parkinson. La degeneración de los circuitos que paralizan el cuerpo durante el sueño REM hace que la parálisis no se produzca, de modo que el paciente actúa en relación con lo que está soñando. A menudo, tienen sueños de contenido violento, y el paciente se defiende o ataca dando patadas o puñetazos mientras duerme, o se agita, habla o grita, pudiendo caer de la cama.


Las alteraciones del ritmo circadiano y del sueño afectan de modo muy negativo a la calidad de vida del paciente y sus cuidadores. Por tanto, es importante prevenirlas, en lo posible, y tratarlas de modo adecuado, tanto con medidas no farmacológicas como farmacológicas. Aunque el reloj biológico está desajustado por la enfermedad, aún puede responder en parte a los estímulos que lo regulan, si son lo suficientemente intensos. Por eso, es importante buscar una regularidad en la hora de acostar y de levantar, así como de los momentos de actividad y de reposo y en los ritmos de comidas.


Además,es fundamental una buena exposición a la luz durante el día, sobre todo por la mañana, y evitar prolongar la luz nocturna, sobre todo de las frecuencias en rango azul, por ejemplo, buscando una luz ambiente de tonos amarillentos (no luz blanca) e intensidad moderada, una vez que se pone el sol. Con estas medidas, y el apoyo farmacológico cuando sea necesario, mejoraremos el descanso de pacientes y cuidadores, facilitando su bienestar emocional y aumentando su calidad de vida.

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